270) DECÁLOGO.
Levantarse de la
tierra,
contemplar la luz del
día
y hacer frente a la
muerte
donde el alma está
cautiva.
Adueñarse de las noches
con la soledad vencida,
gobernar la luz y el
fuego,
ignorando penas, viviendo
alegrías.
Respirar el ancho
viento,
escuchando suaves voces
y verdaderas miradas
que nos contemplan y
guían.
Remontar fuentes de
aguas
turbias, tan llenas de
angustias
y fundir cuerpos y almas
en una perfecta
armonía.
Saborear la suave
lluvia
arrancando tinieblas al
corazón,
buscando siempre el
secreto
de las luces
encendidas.
Compartir la paz del
mundo,
comprobando en cuerpo y
alma
que no existen ya fronteras
entre el sueño y la
vida.
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