69) TÚ.
Tu
mirada
aunque
ausente,
es una llamarada
que
envuelve.
Tu
silencio
como
perdido,
es
como el grito
que
rompe los sentidos.
Tu
voz
aunque
esté rota,
aletea
como el cantar
de mil gaviotas.
Tus
sentimientos
aunque
dormidos,
nos
alimentan el alma
y
llevan a la plena calma.
Tu
boca
amapola
encendida,
que nos hace arder
y da siempre la vida.
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