266) INFINITO.
A los pies
de la majestuosidad
y ante la orilla
de un ancho mar.
Descansa una barca
sin remos, ni velas
y está mecida sola
por el fuerte viento.
Vuelan sus anhelos
y aparecen sombras
del sabor y el aroma
de su desconsuelo.
En una peregrinación
eterna desaparece,
vive y muere siempre
renovando sus anhelos.
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