jueves, 23 de octubre de 2014

Siento mi pueblo.


Siento el calor de un pueblo
en mis huesos, sobre mi piel,
siento el sabor de sus casas,
de sus gentes y las fantasías.


Sueño con él, con mi pueblo,
con sus campos, sus arroyos
que se funden con la tierra
saciándola y dándole vida.


Desde la lejanía
floto en sus recuerdos,
y me lleno de su aroma,
de su paz, el sosiego.


Mi pueblo está donde siempre,
nosotros NO, cambiamos,
hemos buscado otras metas
y no encontramos las salidas.


Su ausencia es soledad, silencio,
él, es la rosa que me besa,
la miel, los sarmientos
que brotan en todos los sueños.


Tiene mi pueblo ansias
de un amanecer más bello,
pero sus manos están heridas
de olvidos y desconsuelos.


Mi pueblo es un cantar
de quejidos y lamentos,
en esperanzas rotas al viento
y sudor baldío sobre el suelo.


Caminan en él gentes alegres,
aceituneros altivos,
jardineros en campos
de almendros y olivos.


Mi pueblo es divino, bravío,
fiero con sus sentimientos.
Pueblo mío en ti nazco, vivo
y como las golondrinas vuelvo.



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